En la cota más alta del recóndito pueblo, el monte La Centinela, sopla una fuerte brisa – desde aquí se puede contemplar el Barranco de La Luz. En los acantilados hay piscinas naturales de aguas cristalinas. Para llegar al singular entorno de Juan Adalid, entre el Barranco de Magdaleno y el Barranco de Domingo Díaz, se necesita un coche todoterreno con tracción a las cuatro ruedas o dos pies que gusten del senderismo: el camino hasta los acantilados dura unos 40 minutos. La zona se utilizaba antiguamente para la agricultura; a lo largo del camino crecen plantas de tártago y, sobre todo, tunas de color rojo rubí, los "tunos indios".
Fotos: Kike Navarro