Violeta riviniana
A esta herbácea perenne le gusta florecer en el escaso bosque de laurisilva.
Cuando sus frutos están maduros, sus semillas salen disparadas de forma explosiva de las cápsulas de tres partes del fruto. Además, las laboriosas hormigas también ayudan a sembrar la violeta del monte. A éstos les encanta un apéndice que se pega a las semillas, un elaiosoma, que la planta utiliza como atrayente. En este proceso llamado "mirmecocoria", las hormigas llevan las semillas a lugares más lejanos, ayudando a la planta a extenderse aún más.
Foto: Ines Dietrich